L’emergència (31)

Dimarts 21 d’abril

Al principio del confinamiento, la primera vez que fui caminando por las calles solitarias de Mataró que parecía una ciudad muerta, me dije: no seré yo el fantasma? No seré yo la que está realmente muerta, o la que no existe, no? Porque realmente yo no existo para algunos. No existimos, los esenciales no existimos. Yo creo que nosotras, las que trabajamos en el servicio de atención domiciliaria, vamos a ser las últimas a las que van a hacer el test. A nosotras que estamos con los abuelos de aquí para allá…

Tengo un amigo que ha fallecido en una residencia, se llamaba Liberto. Sanísimo. Él entraba y salía, un hombre superactivo. Liberto. Yo dije: éste es uno de los caídos. Y quien iba a pensar, ese niño, es catalán, de Barcelona, anarquista, por eso le pusieron eres libre, Liberto. Y yo quise saber qué había pasado con él. Yo recién me confirmaron que había muerto el día sábado. Cuando pude yo conectarme con alguien de la residencia le dije: me puede decir qué sabe de Liberto? Y me dijo: fue uno de los primeros en caer. Liberto. Liberto. Y se fue así. La guerra lo alcanzó. Se salvó de las bombas de Barcelona, que su madre lo sacó de Barcelona cuando era niño y al final yo sentí que la guerra lo había alcanzado. Que eso de lo que él escapó lo había alcanzado. No es justo, eh?

Yo cuido dos esquizoafectivos y una depresiva, con su medicación, totalmente sanos como nosotros. Entonces tu tienes que dejar tus miedos y tus tristezas en la puerta. Fue duro sobretodo para uno de ellos que tiene ezquizofrenia y tambien discapacidad. Es muy triste no poder despedirnos o abrazarnos o dar la mano. Tengo otro chico esquizofrénico y nos reimos muchísimo. Los primeros días lo pasó fatal pero al final ha sacado su guitarra, se puso a hacer canciones, incluso a grabar para un programa de radio y a estudiar por internet… Y yo me siento superbien de ver que lo ha superado. Y mis tres abuelitas, totalmente conscientes. Para ellas es muy duro no ver a sus nietos ni a sus hijos y ahora la única que va a verlas soy yo. Reímos muchísimo, yo intento que rían, hacemos la risoterapia y comenzamos a hablar, y les preparo la comida o tomamos el té o el café, y pastitas, y les hago pasar un rato muy agradable.

Yo cuando recibí el protocolo de la Generalidad con un papel para dar a la policía y mencionaba que soy una trabajadora esencial para la contención de la pandemia yo digo bueno, yo soy un trabajador esencial y sin embargo no tengo la nacionalidad, no tengo derecho a votar. A los trabajadores de fútbol les dan la nacionalidad exprés y a nosotros que somos trabajadores esenciales no. Es una vergüenza que ahora nos necesitan pero no nos nacionalizan. No somos de usar y tirar. Yo he puesto mi vida en peligro por la patria, yo soy muy española, yo bromeo así, le cantaré el himno, y me río.

Este año pensaba sacarme la nacionalidad y tenía que dar una prueba en Barcelona y ahora no podré. Yo reclamaba que deberían exonerarnos de hacer un examen ridículo, de las tasas y del tiempo que hay que esperar para la nacionalidad. Porque hemos puesto en riesgo nuestra vida todos los días.

Como no me hacían caso los de mi empresa, yo dije: me voy a hacer mi propia mascarilla. Yo tenía tela pero no tenía máquina. Y al final fue la Constance, que es de la asociación y es anarquista, que me dijo: Silvia, yo tengo máquina y estamos haciendo. Me dijo: consígueme alcohol.

Nos pusimos a hacer mascarillas. Yo tenía el papel de esencial y podía ir de casa en casa a recoger tela, algodón o alcohol, porque no había alcohol pero había gente que tenía alcohol, así que yo podía recoger alcohol para hacer el gel.

Y yo le decía a mi amiga Rosana: siento que soy una guerrillera. Es que yo siento que he estado trasladada a los años noventa en Lima. Siento que estuviera en las trincheras y soy una guerrillera. Iba a algunas casas donde tenían tela, y nos daban tela. Y a través de la federación de vecinos mucha gente se pusieron a hacer las mascarillas.

Conozco a una chica infermera. Me dije: como estará la Sarita? La llamo: Sarita, como estás? Me dice: Silvia, estoy mal. Estoy trabajando en els hospital Sant Pau. Dice: estoy trabajando con bolsas de basura. Dije: qué? Ese día lloré. Porque me enseñó la foto. Una chica que ahorita tendrá veinticinco o ventiseis años. Adora su trabajo. Pero no era justo que ella con veinticinco años estuviera en el hospital en urgencias trabajando con una bolsa de basura. Dije: yo no puedo dejarte, Sarita, trabajando así. Dijo: si tu puedes hacerme una bata, yo te doy el modelo que necesitamos. Y me pasó el modelo. Y un señor dio un material de este plástico y la Constance se puso a hacer y se comenzaron a hacer batas para los hospitales. Todo esto salió del movimiento vecinal de Cerdanyola y la federación.

Me emociono porque pienso que yo me he sentido acompañada de la gente humilde. La gente humilde es la que ha ayudado.

Un día tuvimos que detener todo porque una de las costureras estaba con coronavirus. Había dado positivo. Y el Juanito había el miedo que quizás estuviera con coronavirus también. Al final fue negativo pero en ese momento fue como un quiebre. Fue horrible detener todo.

Yo he formado un grupo de mujeres por whatsap la mayoría emigrantes, tanto aquí en Mataró como en Girona, donde está una amiga mexicana. Los cuidadores somos la mayoría emigrantes y mujeres. Somos la esenciales, somos la emigrantes, las putas, las olvidadas, las que estamos arrinconadas, las que no importamos.

Mi amiga equatoriana, ella y su esposo. Los dos en el hospital ingresados por coronavirus. Sus hijos se han ido a vivir con la cuñada. Qué pasa con nosotros los emigrantes si nos enfermamos? Qué pasa con las madres solteras emigrantes, que somos trabajadoras esenciales y por estar trabajando en esto nos contagiamos? Sabes lo que pasaría? Lo que pasaría es que nuestros hijos serían tutelados. Y para volver a tener la tutela es dificilícimo.

Y yo soy una privilegiada, tengo trabajo. Tengo muchas amigas, muchas conocidas, peruanas, suramericanas, aquí en Mataró, sin papeles.

Tengo una amiga peruana trabajando de interna pasando su confinamiento en un sótano, trabajando en negro en un pueblo del Maresme. No puede salir de la casa, tiene un hijo tambien en negro, indocumentado. Fueron al ayuntamiento a empadronarse cuando aún se podía salir. Y les negaron el empadronamiento porque no tenían domicilio fijo.

El día del antiracismo el ayuntamiento dijo que él era un ayuntamiento antiracista. Yo les dije: entonces por qué no empadronais los emigrantes sin domicilio fijo? Porque es muy bonito el discurso. Es muy bonito el discurso ahora de los políticos, de felicitarnos, y los aplausos… Nosotros no somos heroes, somos trabajadores en precario que tenemos que exponer nuestra vida y sostener a los que no son esenciales.

Me llamaron de un grupo antiracista de Barcelona. Hay una chica subsahariana en Mataró, no podemos movernos, no podemos ayudarla. Me dieron su teléfono. La llamo, hablo con ella, estaba en Rocafonda y no la entendía. No hablaba castellano. Yo tengo una amiga subsahariana, y me dice: la chica tampoco habla el francés. Pero habla un idioma que se llama wolof, y entonces yo tengo un amigo que se llama Bengali y que habla wolof y así la entendimos. Y la chica estaba con un bebé desde el día jueves. Y a mi me llamaron un sábado. Y entonces, jueves, viernes y sábado había estado sin pañales y sin comida. Ese día yo con Bengali recaudamos cinco quilos de comida para ella. Pañales, todo. Fuimos recorriendo las casas y llevando la comida.

Hacemos canastas de víveres. Va a haber mucha hambre.

Me siento bien ayudando a quien lo necesita. En este tiempo de confinamiento, primero sentía miedo. Después, sabes qué? He perdido el miedo. Me siento hasta protegida, como yo digo, por las fuerzas milenarias o algo así, algo me protege. De verdad que sí porque estoy superbien, hasta el momento, he sacado más fuerza, más garra, y me siento que tengo una protección.

Ayer fue como un dejá vu con los desaparecidos. Es que Toni yo quise huir de las cosas horribles que pasaban allá y nunca pensé que se iban a dar acá. Uno que huye del horror y el horror te alcanza.

Sabes, para un emigrante este tiempo es doblemente duro. Cuando acabe el confinamiento ustedes podrán abrazar a los suyos, nosotros los seguiremos viendo en un móvil y quién sabe cuando podremos ir a verlos. El otro día quise mandar dinero a mi hermana, hice el giro pero ella no pudo cobrarlo hasta pasada una semana. Es muy duro, al menos puedo mandar dinero a mi hermana, a mis amigos, pero otras inmigrantes se han quedado sin trabajo y no pueden enviar nada.

En este momento estamos realizando un video para Sant Jordi con todas las voces de la gente del barrio, todos con nuestra rosa… Queremos esta tierra, pero que tanto nos quiere ella?

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